MI VERDAD DEL TOREO
CONDICIONES PARA SER FIGURA DEL TOREO
Con estas palabras inicio, por petición del gestor de esta maravillosa web, estas reflexiones periódicas sobre la pasión de mi vida: los toros.
En ellas intentaré exponer mi punto de vista sobre distintos aspectos de los toros para que discutamos sobre ellos e intercambiemos impresiones.
Para mí, lo más grande de este mundo es ser figura del toreo. Por ello he considerado que sería un buen comienzo hablar de lo que yo considero que debe cumplir una figura del toreo para ser considerada como tal.
Para este análisis parto de la base que un torero puede ser figura del toreo o ir en figura unos años y otros no serlo. El que se mantiene a lo largo de la mayor parte de su carrera taurina como tal, le podemos considerar como figurón del toreo, pero esos son contadísimos (Joselito y Belmonte, Manolete, Aparicio y Litri, Ordóñez, El Cordobés, El Viti, Capea, Ojeda, Espartaco y algunos actuales que prefiero no decir). Hay otros que pueden pasar parte de su trayectoria como figura y luego pasar a ser llamados “mitos”, “maestros”, “toreros de arte”, pero dejar de ser figuras.
A partir de esta premisa y tras esta introducción, primero enumeraré y luego pasaré a argumentar todos los requisitos que hay que cumplir para ser FIGURA del toreo, que son 5. Todos igual de importantes (ahí radica la dificultad) y el orden de factores no altera el producto:
1.- Salir a jugarse la vida todas las tardes y estar por encima de tu lote.
2.- Llenar las plazas en que toreas.
3.- Exigir lo que es tuyo en cuanto a toros, toreros y dinero.
4.- Reflejar tu compromiso con la fiesta.
5.- Tener gestos de figura.
El primer punto aúna 3 conceptos muy importantes: valor, técnica y garra. El que no aúna los 3 conceptos casi todas las tardes no será nunca figura. Salir a jugársela todas las tardes es la primera diferencia entre un buen torero y una figura del toreo. Un torero al que le sorprenden los toros al inicio de las series está por debajo de su lote, un torero que pincha una faena buena está por debajo de su lote, un torero al que le enganchan los toros varias veces está por debajo de su lote, un torero al que le sale un toro de vuelta al ruedo y le corta una orejita está por debajo de su lote, un torero que no liga más de 5 muletazos seguidos o que los pega de uno en uno no puede ser figura del toreo… Todas estas cosas le pasan a menudo por ejemplo, a un torero muy del gusto de Madrid, que toreaba muchas corridas duras y al cual ha ayudado mucho un periodista de televisión con su demagogia. Una figura del toreo, en definitiva, es el que se la juega y está bien en todos lados y aprovecha las oportunidades, no el que hace el esfuerzo en Madrid y Sevilla y luego se dedica a tirar líneas por el resto del mundo.
El segundo punto implica la parte mediática, de atracción, económica de una figura del toreo. Una figura del toreo debe llenar o casi llenar siempre. Pero sin trucos. Una figura del toreo tiene que torear 50-70 tardes, no puede torear 30 y negarse a torear en otro sitio importante por estar cerca de uno en el que ya ha toreado. Porque entonces cae en el saco de “torero cuidado”, pero no de FIGURA. Y para ser figura debe llenar por lo que hace dentro de la plaza, no por tener mujeres guapas, prensa del corazón, etc… Existe ahora un torerazo en camino de ser figura si no lo es ya, el cual llegó amparado en la etiqueta de “torero del corazón y cuidado” y está demostrando la casta de figura que tiene.
Exigir es la mayor característica de una FIGURA del toreo. Una FIGURA es incómoda para las empresas porque es cara, exige compañeros de cartel determinados y ganadería determinada. Una figura es incómoda para la prensa porque no se pliega a la presión que ejerce ésta y generalmente no se apoya en la demagogia de la misma. Y una figura, cuando llega a tal, muchas veces no gusta a muchos “aficionados” que intentan encumbrar a toreros de menor fuste. Una anécdota muy clarificadora en esto le ocurrió a un torero actual al que casi todos los aficionados tildan de “maestro”, que tiene una mujer espectacular y al cual apodera su suegro. Este torero, hubo una temporada hace 5 años aproximadamente en la que, llegado el mes de julio cambió su estrategia y decidió exigir más dinero y ciertas ganaderías para las ferias de septiembre. Resultado: se quedó sin torear en Albacete, Salamanca, Logroño y Valladolid, con lo que al año siguiente volvió a plegarse a cobrar menos. Toreros como éste son los más cómodos para las empresas, vitola de “maestros” y caché de torero de feria. ¿Se acuerdan de “los tres tenores”?
Hasta aquí, el que cumple los 3 requisitos anteriores deja de ser “torero de feria”, “maestro”, “mito” para poder optar a ser FIGURA. Pero para serlo hay que cumplir además los dos siguientes requisitos.
Una FIGURA tiene que tener compromiso con la fiesta. El compromiso de una figura se refleja, además de jugándose la vida (con técnica, no dejándose matar sin más) allá donde torees, toreando en los 50-70 sitios importantes. Torear 30 corridas de toros no es de figura, es una operación de marketing. No valen excusas de no torear por la televisión, porque ese obstáculo se salva toreando fuera de abono. Una figura del toreo no puede negarse a torear a menos de 200 kms en menos de 2 meses de donde ha toreado. Hay que torear en San Sebastián y en Bilbao, no sólo en San Sebastián; hay que torear en Málaga y Sevilla, no sólo en Málaga, y así sucesivamente.
Y por último, una FIGURA tiene que tener gestos de figura, al menos uno por temporada. Gestos como torear una corrida de Miura en Valencia, gestos como torear 6 toros en solitario en una plaza importante… Pero quizá lo más importante es que una FIGURA tiene que ir a Madrid, Sevilla y Barcelona en el mismo cartel que los mejores toreros del momento para demostrar por qué es figura y que es mejor que los mejores. A Madrid no se puede ir con un torero por delante y otro por detrás, hay que ir en el mismo cartel que los números 1 de esa temporada. Éste quizá es el rasgo definitorio.
Analizados estos 5 puntos, podéis deducir quién me parece a mi FIGURA del toreo actualmente. Se pueden contar con los dedos de una mano y sobran varios.
Diego García de la Peña