El cuaderno de Bitacora  
 
  EL MARQUÉS DE BRADOMÍN 02-02-2025 08:42 (UTC)
   
 

 

EL MARQUÉS DE BRADOMÍN
 
Javier Rincón
Un buen amigo, después de tener una bronca doméstica con su mujer, me contaba que ella intentó zanjar la cuestión con la expresión “es para matarte”, desde luego de forma metafórica y sin ninguna intención de llevarla a cabo. Pero mi amigo no quiso desaprovechar la ocasión de ganar dialécticamente la discusión y contestó que, como era fumador, machista y español, se diera prisa, pues, al salir de casa, podía ser detenido en cualquier momento y fusilado al amanecer.

Recordé entonces la despedida que me dieron, al jubilarme, mis compañeros de trabajo. En mi agradecimiento final, les dije que me sentía identificado con el Marqués de Bradomín, personaje de Valle Inclán y sintetizado magistralmente por éste como feo, católico y sentimental. Dudo ahora si fui prudente, dado el ambiente de dirigismo, crispación y revancha que desde el Gobierno se apoya o promueve insensatamente. Además, con los años, me he sentido paulatinamente más español y menos nacionalista, entendido este concepto en el significado adquirido en el siglo XIX y magnificado de forma aberrante y exclusivista por el romanticismo y no en la percepción familiar y escasamente política que es tradicional en España desde el siglo XV. Con este último sentido, puede entenderse que los soldados de los Tercios de Flandes, dos siglos más tarde, para justificar su rebeldía por no llegarles las pagas, se atrevieran, en carta guardada en el Archivo Nacional de Simancas, a decirle a su Rey: “siendo como somos en nación como vuestra Majestad españoles”. Seguramente muchos de ellos serían vascos y bastantes catalanes.

También con los años, he ido apreciando la libertad de forma más intensa. Me parece irrenunciable y esencial para el correcto desarrollo de la personalidad y realización del hombre y, por ello, me he sentido cada vez más demócrata y he aplaudido toda reforma que posibilitara la iniciativa individual y de la sociedad y limitara la acción del Estado a corregir abusos, a proteger a los desfavorecidos y a promover las actuaciones, que siendo imprescindibles, la sociedad por si misma no pudiera realizar.

Por ser consecuente con estas ideas, comienzo a sentirme incómodo y acosado, lo que me empuja a tomar una actitud defensiva que no me parece adecuada para mi salud mental. Comentando estos elucubraciones con otro amigo de turismo en Segovia, llegamos cerca de la plaza mayor. Vimos, antes de llegar ella, un monolito dedicado a los que lucharon por la libertad y la república en 1936. Mi compañero de paseo comentó irónicamente: “mira es el primer monumento que veo dedicado a los dos bandos”. Bromas aparte, puede afirmarse que muy pocos republicanos creían en la libertad y promovieron una democracia para todos. Incluso Azaña llegó a decirle a Giménez Fernández, el ministro reformador y moderado de la CEDA., algo así como: “no se moleste Vd, la derecha del régimen soy yo” (cito de memoria) con lo que dejaba a la mitad de los españoles fuera de la República. Ni en el bando nacional, ni en el republicano había muchos dirigentes que creyesen o quisieran restaurar, si triunfaban en la guerra, una democracia. En el republicano, podría señalarse alguna excepción, como Julián Besteiro, pero no desde luego Largo Caballero y Santiago Carrillo, promotores de la dictadura del proletariado, o Negrín.

A mi abuelo materno, con 80 años, lo torturaron y fusilaron en Madrid y su cadáver fue abandonado en la tapia del cementerio de La Almudena en Las Ventas. Mi madre, después de la guerra, se negó a participar en el reconocimiento de los que habían sacado a su padre del domicilio familiar. Quiso perdonar y olvidar y de estos temas no se hablaba en casa; gracias al buen sentido de mis padres crecí en un ambiente sin rencor. Por ello y después de una transición democrática modélica, no puedo entender esa política de volver a sacar los demonios seculares de la convivencia española. Azaña, demasiado tarde y desde Benicarló, pedía paz, piedad y perdón. Yo me sumo a aquella demanda, pues todavía estamos a tiempo de no estropear el espíritu de la transición que permitió aprobar la Constitución más beneficiosa y de más larga permanencia de España y no marginar a casi la mitad de los españoles.
 
 
  El Cuaderno de Bitacora
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Nos han visitado hoy 10 visitantes (12 clics a subpáginas)
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis